jueves, 22 de abril de 2021

EP 31 RELATO: LA MISIÓN

 



DESPIERTA EN UN CALLEJÓN Y CASI NO RECUERDA NADA, SABE QUE DEBE BUSCAR AL OBJETIVO ANTES DE QUE SE LE ACABE EL TIEMPO, EL CUAL NO ES MUCHO, SABE QUE DE ESO DEPENDE SU VIDA Y EL DE LA HUMANIDAD COMPLETA, ¿LO CONSEGUIRÁ? DESPUÉS DE UN RATO DE NO ESCRIBIR, LALO VARGAS, VUELVE A MENDIGAR ALGO DE INSPIRACIÓN A LAS MUSAS CON ESTE PEQUEÑO RELATO DE SU AUTORÍA.


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EPISODIO 31: RELATO: LA MISIÓN

 

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Desperté en un callejón oscuro bañado en sudor, creo que la ropa que llevaba encima no era la adecuada para el clima del lugar, a pesar de haber leído una y otra vez sobre el área y sus condiciones climáticas la costumbre me hizo optar por algo más abrigador. Deseché de inmediato lo que no me servía y caminé con las piernas entumidas por las drogas que había tomado antes, seguro la gente pensaba que me encontraba ebrio o crudo. Caminé hasta la avenida principal y las tripas ya me pedían alimento, sin embrago debo confesar que las nauseas no me permitían pensar en algún platillo en especial.

Durante mi caminar errático logré llegar una avenida principal, antes de todo esto había memorizado una ruta y el orden de las calles para no dejarla pasar cuando me la topara, se trataba de Usumacinta, ya estando allí solo tenía que ubicar el parque Dora María y caminar en esa dirección, según sabía allí lo encontraría, esa era mi motivación, sabía que podía lograrlo, no había falla alguna, el único que podía arruinar las cosas era yo mismo, pero algo vibró en mi muñeca y mi optimismo se vio derrumbado, revisé mi muñeca izquierda y vi una pulsera de color negra con un contador en modo regresivo con números rojos con una cifra no muy alentadora 00:06:00, seis minutos y cero segundos y descendiendo, ¿por qué tan poco tiempo maldita sea? nuevamente las drogas, no solo me causaban estragos físicamente, a nivel motriz o nauseas, también afectaban a mi cerebro, de alguna manera creaban espacios en blanco haciéndome olvidar aspectos importantes de mi propósito en ese lugar.

Mientras avanzaba por la avenida miraba a la gente pasar con sus cubrebocas, yo no traía el mío, verlos me hacía sentir mal, no sabían lo que estaba por pasar, el coronavirus era el menor de sus problemas, todo parecía tan surrealista, pensaba en todos aquellos que alguna vez se habían reído de las películas y comics que hablaban de pandemias y futuros donde la humanidad sucumbía ante alguna catástrofe natural.

Sentía lastima por ellos, pero no podía distraerme, mientras caminaba intentaba recordar qué era eso tan urgente que debía hacer, y de pronto me detuve, miré en dirección a un aparador de una tienda de ropa y vi mi reflejo, mi cara sucia, mi rostro angustiado, y entonces lo vi pasar tras de mí, era él, el reloj en mi muñeca volvió a vibrar, no podía estar equivocado, estudié su foto día y noche, se trataba del objetivo, quise correr tras él, pero mis piernas no me respondían, caminaba muy rápido, si no lograba contactarlo perdería mi oportunidad, miré mi reloj y el contador esta en 00:00:05 segundos y solo pude hacer lo primero que me vino a la mente, gritar: ¡eyyyy!, y todo se oscureció.

Desperté, en una cama, tenía aparatos de monitoreo de signos vitales, una mascarilla y maldije mi suerte, comencé a llorar, al parecer las drogas ya no estaban en mi organismo porque ahora todo era tan claro, yo solo tenía una misión y lo eché todo a perder, debía evitar que el objetivo muriera y solo pude gritarle, ni si quiera recordé su nombre, sentía que todo estaba perdido pero una cortina se abrió y un hombre de pelo largo y blanca canas se acercó a mí y tomó mi mano, -felicidades-, me dijo, -cumpliste tu misión, quería agradecerte en persona, de no ser por todo viese sido en vano.-, caminó hacia unas persianas y abrió la ventana, el sol me cegó por un momento y cuando mis ojos por fin se acostumbraron a la luz pude ver que era un día maravilloso, las plantas moviéndose al ritmo de la brisa, nada de nieve, ningún rastro del invierno nuclear que nos había asolado por años, realmente había funcionado, el viaje había sido un éxito, me sentí aliviado, me acomodé en la cama y decidí que podía dormir un rato más, me cerraron las persianas y un me dormí sin problemas.

Mientras dormía soñaba con el momento en que se me quedaban 5 segundos y me di cuenta que en realidad seguía en la calle gritándole al objetivo, el cuela solo volteó a mirarme mientras un auto fuera de control lo embestía sobre la banqueta lanzando por los aires para después escucharlo caer sobre el concreto con un ruido espantoso, ahí no solo había muerto un ser humano, sino la mitad de la humanidad con él, sentí una especie de calambre en todo el cuerpo, mi tiempo se había terminado, la maquina estaba haciendo su trabajo, así había sido programada, me estaba regresando a mi tiempo y yo había fracasado en mi misión. 


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